En un extraño giro de los acontecimientos, los empleados de una pequeña tienda de material de oficina de Pincher Creek (Alberta) se quedaron boquiabiertos cuando, al llegar al trabajo, encontraron el escaparate de su establecimiento destrozado. Sin embargo, lo que realmente les desconcertó fue el inesperado culpable del robo: un oso negro.

Patti Mackenzie, empleada de Pincher Office Products, describió la escena a su llegada, recordando cómo la alarma atronadora la recibió al entrar en la tienda. “No sabía que alguien había roto la ventana hasta que llegué al trabajo a las 7 de la mañana y la alarma estaba haciendo ruido”, dijo. Mackenzie no tardó en encontrarse con el agente Dennis entre los cristales rotos.

La empresa de alarmas había avisado a la Real Policía Montada de Canadá, pero llegaron cuando el oso ya se había escapado. Mackenzie mencionó: “Dijo que realmente no tenían ni idea de lo que había pasado”.

No fue hasta el día siguiente, al revisar las grabaciones de seguridad, cuando se reveló la verdadera naturaleza del intruso. Mackenzie y la propietaria de la tienda, Christine Lank, se quedaron estupefactos al ver que un oso negro se asomaba al escaparate antes de irrumpir y pasearse despreocupadamente por los pasillos. Mackenzie calculó que el oso pesaba unos 90 kilos.

Sorprendentemente, a pesar de la conmoción causada por el huésped no invitado, consiguió salir de la tienda sin ser molestado. Mackenzie comentó: “No ha molestado nada”. Expresó su alivio por el hecho de que el oso se abstuviera de causar más daños, teniendo en cuenta la plétora de objetos rompibles que había en la tienda.

Según Mackenzie, un agente de protección de la naturaleza sugirió que el oso podría haber sido atraído por su propio reflejo en el escaparate, lo que le llevó a colarse para intentar investigar.

El incidente dejó al personal de la tienda y a los vecinos entretenidos y asombrados, y puso de relieve el carácter impredecible de los encuentros con la fauna salvaje en las zonas rurales.